domingo, 20 de abril de 2008

Valle de la Luna - Relato de nuestro viaje



Salimos a las 8 de la mañana de la ciudad de San Juan rumbo al Parque Provincial Ischigualasto. Todavia sentíamos el cansancio del viaje desde Sierra de las Quijadas. Habíamos llegado a eso de las 10 de la noche.


De vuelta en la ruta decidimos visitar el Santuario de la Difunta Correa en Vallecito, muy venerada en Argentina. Cuenta la leyenda que en el año 1835, Dolinda Correa huyó hacia el desierto con su bebe en brazos, perseguida por unos hombres. Luego de varios dias, la encontraron muerta (a causa de la sed) y con su hijo vivo, gracias a que se seguía alimentando del pecho de su madre sin vida. En la rutas argentinas, es muy común ver al costado de las mismas pequeños altares con botellas llenas de agua que los automobilistas se paran a dejar y pedir su protección. (Más información sobre La Difunta Correa)

Luego de hacer 64Kms sobre la Ruta Nacional 141 (RN141), llegamos al Santuario de la Difunta Correa. El mismo está compuesto por un una gran edificación central y varias más chiquitas. Cada una de ellas tiene ofrendas especiales que la gente fue dejando en agradecimiento. Por ejemplo, hay una de estas "casitas" que tiene vestidos de novias, otras con fotos de niños, maquetas de casas, camiones de juguetes, etc. Hay hasta un auto, una moto y camisetas que algunos jugadores de fútbol profesionales han dejado.

Al salir del santuario, retomamos la RN141 y luego el empalme con las ruta provincial 510 (RP510) para llegar a la 13hs de la tarde a San Agustín del Valle Fértil, ciudad más próxima a la entrada al parque (100kms). Aquí, en la oficina de turismo nos brindaron información acerca de los horarios del parque y folletería.

Alrededor de las 15hs llegamos al parque y para nuestra sorpresa éramos los únicos turistas. La tarifa que se debe abonar para ingresar al parque incluye un guía, que es obligatorio para poder recorrerlo. No recuerdo su nombre pero sabía mucho y respondía con amabilidad a las mil preguntas que le hacíamos. Se subió al auto y comenzamos el recorrido cuya primer parada es el Valle Pintado, paisaje que se asemeja al lunar y que le da el nombre al parque. Es increíble los colores y las formas que se dan en este sitio. Pudimos contemplar el valle el tiempo que quisimos, cosa que no debe ser muy común en temporada alta de turismo.

Luego, nos subimos al auto nuevamente hasta el sector de la "Cancha de Bochas". Se llama de esta forma a un área del terreno en donde se encuentran dispersas sobre el piso, varias bolas de piedras. Lo curioso es que estas no deben su forma a la erosión del viento, sino que emergen del interior de la tierra con esta forma debido a un proceso específico. Nos contó el guía que hace un par de años había muchas más "bochas", pero la gente se las ha ido llevando, ¿para qué? (¡Ay Argentinos!).

Dejando atrás la cancha de bochas, recorriendo los senderos internos, de repente nuestro guía se detiene y levanta del piso una piedra que nos pide que la veamos en detalle: era parte de un hueso petrificado de dinosaurio. De allí en más nos fijamos en cada piedra que se nos cruzaba por el camino y descubrimos que estábamos en un gran oasis de restos fósiles. Cerca de los senderos, tambien hay formaciones rocosas menores que tienen diferentes formas, como ser la de una tortuga, una silla de barbero y una más grande que se asemeja a un gusano. En esta última nos detuvimos y el guía nos hizo notar los diferentes estratos que la componian. Cada uno era compuesto por un tipo diferente de roca. Debajo de uno de estos, observamos la forma de un helecho prehistórico que había dejado su huella cuando ese estrato todavía era lodo.

Lo próximo que visitamos fue el Submarino, formación rocosa que se asemeja a esta máquina, pero con dos especies de torres. Esta figura, como también las otras del parque, surgieron de la erosión de las formaciones rocosas que emergieron del suelo. El guía nos contó que como los diferentes estratos de cada formación tienen composiciones distintas, dependiendo de las características del paisajes en el momento en que los sedimentos se depositaron en el piso, el viento va moldeando a cada estrato de una manera diferente. Es así que esta erosión no uniforme fue creando las curiosas formaciones rocosas. Además, nos adelantó que si la erosión continúa al ritmo actual, es probable que las torres del submarino puedan llegar a caerse en unos años .
Al submarino se lo puede apreciar desde un mirador donde hay una roca con un hueco en el medio, a modo de ventana. ¡Hermosa vista para sacar fotos!

La última parada en nuestro recorrido fue para ver el "Hongo". Lo impresionante de esta figura es el contraste de colores que se observa, ya que se encuentra próxima a los paredones de color rojizo que limitan el parque. Amigos que han ido en el mes de julio nos contaron que no pudieron obtener una buena fotografía en este sitio, ya que el viento Zonda había levantado una polvareda que disminuyó notablemente la visibilidad.

Antes de abandonar el parque, agradecimos al guía por compartir sus conocimientos, cargamos agua para el mate y partimos rumbo a Villa Unión en la provincia de La Rioja. Nos quedaban 145km de recorrido por la Ruta Provincial 26 (RP 26), casi dos horas de viaje, para llegar a nuestro lugar de descanso. Al otro día partiríamos rumbo al Parque Nacional Talampaya, para continuar nuestros viajes por Argentina....

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